El comercio ambulante es la forma de compra y venta más antigua de la historia. Cuando el ser humano todavía era nómada, los negocios se realizaban de un lado para otro, con prisas para evitar que los productos perecieran y, en muchos casos, con el trueque como modelo de negocio.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, el comercio se ha globalizado y las grandes compañías campan a sus anchas en el arte de la compra y venta de mercancías. Sin embargo, a pesar del enorme poder y los beneficios que generan para el consumidor estas grandes empresas, el comercio ambulante coexiste con ellas y continúa acercando la artesanía y los productos de proximidad a millones de consumidores.
Debido a su imagen informal y a la falta de estandarización de sus servicios, el comercio ambulante es visto por algunos sectores económicos y sociales como problemático y molesto. La amplitud del concepto ha generado prejuicios en el consumidor que afectan negativamente a su imagen y debilitan su amplio tejido comercial.
Un concepto muy amplio y diversificado
El comercio ambulante engloba una enorme cantidad de negocios y propuestas de ocio: mercados al aire libre, ferias de food trucks, mercados de artesanía, eventos temáticos, emblemas comerciales como el Rastro de Madrid o la Feria del Libro…
Pues sí, todos ellos forman parte del comercio ambulante, aunque a priori tan solo relacionemos este concepto con mercados con una imagen menos vistosa. Según la RAE, comercio ambulante es “cualquier actividad comercial de venta al por menor realizada generalmente en lugares públicos sin establecimiento comercial permanente que utiliza instalaciones desmontables, transportables o móviles”.
Como has podido comprobar, se trata de un concepto amplio y diversificado. Además, cada vez son más los profesionales que se adhieren a sellos de calidad e innovación que benefician a la imagen y la profesionalización del sector, el cual está en pleno crecimiento.
Proximidad, sostenibilidad e interculturalidad
Otro de los grandes beneficios de esta tradicional forma de comercio es su sostenibilidad. La mayoría de sus profesionales eligen el producto de kilómetro cero por su calidad, reduciendo sus costes y disminuyendo la huella ecológica de su distribución y venta. Hablamos, por tanto, de una apuesta hacia la sostenibilidad de las ciudades.
Además, este tipo de negocios fomenta la interacción entre personas de diferentes edades, clases sociales, razas y géneros, un aspecto fundamental para la cohesión social y la lucha contra la desigualdad.